jueves, 2 de septiembre de 2010

Resistencia

Sigo sin querer creer lo evidente, sigo siendo yo.
Miento para esconderme de la verdad…
Dejadme pensar, NECESITO, pensar.

Me cuesta, no digo que no, pero me cuesta., no suelo estar como estoy, no suelo ser como soy y por más que lo intento no sé cómo solucionar este problema, me cohíbo, me avergüenzo, me infravaloro y me entristezco.
Me escapo del trabajo, intento serenarme, reflexiono en lo que pasó, reflexiono lo que pasa, no puedo sacar conclusiones. Me siento INÚTIL, inservible. No sé aprovechar mis oportunidades.
Paseo, y encuentro a gente como yo en mi camino, cuento lo ocurrido, cuento mi problema, me siento bien. Aún con sus consuelos. Estoy perdido, creo no cuadrar aquí. Siempre pienso que está época no puede pertenecerme, no soy un hombre del siglo XXI, no soy un hombre del futuro. Soy un hombre del pasado. Y lo que a veces me mantiene en mi sitio es refugiarme en él...A la vez de ser lo que me mata. Pero la confusión está presente en cada segundo de mi vida, pues no hay día que no pueda despertar contigo en mi cabeza, no hay noche, que no piense en ti, no hay día que olvido lo ocurrido, no hay noche que deje de existir. Te necesito, lo sabes, y aún así me espero lo inesperable, aún así, pienso lo impensable e imagino lo imposible. Me cabreo conmigo mismo por no saber llevar esta situación, todo a mi alrededor es demasiado complicado, mi afán de buscar la felicidad en las personas, funciona con todo el mundo menos en mí. Y lo peor es que contigo tampoco. Y no sé qué hacer, ya no sé que pensar, me desconciertas, eres indescifrable, pero te necesito.

Tú pusiste la trampa a la que me dejaste escapar, tú fuiste quien me calentó en el frío, tú fuiste la chica que me llenaba de palabras, quien me ayudó, quizá cuando más lo necesitaba. Cuántas veces deseaste que estuviera ahí, que me fuera contigo, cuantas veces se te habrá presentado ya la ocasión…El tiempo pasará, pasa y pasó, ya nada es lo mismo…Desistiría, pero no va conmigo, la paciencia sirve cuando sabes. Yo, ahora mismo, soy un ignorante. Ella, está callada.
Soy extremista. Ella está callada. Observo, pienso, observo, pienso, recapacito y fallo.
¿Por qué tengo que ser así? ¿Por qué tengo que ser tan terco? ¿Tan ignorante? ¿Por qué me preocupo tanto? ¿Por qué, me preocupas tanto? Recapacito y vuelvo a fallar.

Me ODIO, me odio a mí mismo por pensar como pienso, me odio a mí mismo, por caer donde cae todo el mundo, no soporto equivocarme, pero me odio a mí mismo por no saber levantarme. Odio no poder corregir lo que fallo. Me odio a mí mismo por sucumbir ante ella, me odio a mí mismo por no ser lo que necesitas, me odio a mí mismo por llenarme de ti, con tan poco… Odio ser como soy.

No me importa lo que me pueda decir ya la gente, me canso, porque es lo contrario a lo que pienso yo. No es ser pesimista, es ser realista, ni siquiera puedo ser como siempre soy. Ni siquiera puedo olvidarme de ti. Porque te necesito.
Me rebajo, me humillo y después soy demasiado consecuente, pero no puedo sentirte rencor porque ni siquiera sé, que me impulsa a escribir esto, o qué me impulsa a quererte, o qué es lo que nos unió. El lazo que formamos se resquebraja. Y ahora no tengo el suficiente ánimo para unirlo de nuevo. Necesito desaparecer. Porque no es justo que deba torturarme de esta manera. No es justo que tenga las razones que tengo para hacerlo. Pero es justo que lo haga.

A veces ni siquiera sé si me gustas, a veces ni siquiera sé que si te quiero, a veces ni siquiera sé si me necesitas, ni siquiera sé qué soy para ti… sé qué si desaparezco todo y nada volverá a ser igual y me repito constantemente: “Hagas lo que hagas en la vida será insignificante, pero es muy importante que lo hagas”. Por eso debo hacerlo.

Todo, porque me importas demasiado, todo, porque te necesito. Estoy abatido…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ecos del pasado