lunes, 26 de enero de 2015

Victoria de Samotracia

Sigo sin poder ver una foto tuya.

Me estremezco cada vez que imagino esa sonrisa inexistente, o esos ojos almendrados que brillaban solos y significaban tanto.

 Se me hace un nudo en la garganta que me impide gritar, pensar, imaginar, y sólo la nostalgia  es capaz reconducir mi mente y olvidar una realidad desinteresada.

Soy una persona muy orgullosa. Y todo lo que he hecho por ti, todo lo que te he dado, ha sido tanto, que irremediablemente, llevas una parte de mí.  

He confiado más en ti que en mí mismo. Te he dado los ánimos que yo no tenía, las ganas que yo no tenía, el amor que ya no tenía. Aunque la situación fuera la más adversa del universo, lo hice.

No me rendí, nunca abandoné, y pese a recibir esas heridas que me desangraron lentamente, continué ciego hacia ti. Como si eso fuera a matarme, como si tus labios fueran a acogerme.

Era triste. Era un triste iluso y soñador que imaginaba que la vida era bella, que las personas eran bondadosas, y que con cariño todo podía solucionarse.


Creí en ti, como nunca había creído en mí. Desee tanto tu felicidad, que acabé por perder la mía. Fuiste el claro reflejo de un ángel que se había petrificado. Un hermoso ángel que admiraba, con mirada serena, pero con un corazón destrozado.



martes, 13 de enero de 2015

Voltaje

Estoy cansado de las emociones.
Me alteran y me dejan fuera de combate.

La tranquilidad se rompe en sus inoportunas apariciones,
la tierna pasividad de la mente se recrudece en cada ataque.

Cada vez me explico menos por qué siento ese voltaje que nace entre mis dedos,
y va a morir en alguna parte entre los pulmones.

No soporto esa carga incendiaria que me convulsiona.
Ese estado latente que cuando viene desaparece.

Dichoso el que crea en la persistencia de la memoria,
ella sigue ahí, y yo no encuentro medicina para aliviarla.

domingo, 4 de enero de 2015

La Bestia

Pasas a otra dimensión, aprietas los ojos y los dientes, notas cómo la cabeza se acelera, cómo los pensamientos recorren tus pupilas, esos recuerdos, esas frases que te marcaron la vida. Son sentencias que te sentencian, quemaduras que se tatúan en tu nuca y despiertan tu ferocidad. Los ojos languidecen, los músculos se tensan, las uñas se clavan en la palma de tu mano, se entrecorta la respiración y frunces el ceño. Enseñas los dientes, eres una especie de ser salvaje. Quieres gemir, quieres gritar, pero no decir ni una palabra, sólo un aullido que te libere, que permita soltar las lágrimas que te quedan. Un grito que se oiga a miles de kilómetros y que te transforme de nuevo en esa persona segura de sí misma, que cree en los imposibles. Golpeas el suelo con la insistencia de un loco, sin dudar en que ahora lo eres en cierto modo. La furia de ese animal se calma, la respiración se relaja. Caes al suelo rendido, cae la bestia que vuelve a dominar tu mente.


jueves, 1 de enero de 2015

Herrumbre

Estoy cayendo,
como los grandes héroes que cayeron luchando por su reino,
como los valientes soldados cuando dispararon por la libertad,
como los guerrilleros que asaltaron a los atracadores por la paz,

pero yo no soy un hombre de honor,
no llevo uniforme,
no tengo bandera que defender,
no puedo gritar a mi enemigo..

Doblé la espada con la que ensamblar,
mojé la pólvora con la que disparar,
perdí la identidad que me distinguía
y sin embargo ahí seguía en medio de ese conflicto  intratable.

Dueño de mí mismo, sin ser capaz de manejar una situación tan inestable,
y ante ese dolor que no me dejaba limpiar mis heridas de sangre,
ni limpiar mi rostro de hollín ni cenizas,
abandoné mis armas colmándose de herrumbre.


Estoy cayendo, mi coraza se desvanece.