Por orgullo pensé, que no seré
quién quede en silencio y parado ante esta situación de desconcierto y
desagrado, que sin duda aquí me ha dejado varado.
Sin rumbo estoy, hace millas que
lo perdí, ni los vientos ni mi brújula, alados o de marfíl atraen el delicioso
recuerdo de mundos y momentos sin fin.
Abandonado a mi suerte y
consciente de mi mismo, con esperanza de muerte y perdido en el abismo, pienso
en aquellos soñadores viajes, repletos de luz y de heroísmo.
Reconociendo mi derrota, y no refrenando
mi amargura, libero esa idea que a mi cabeza embota, de dulce sangre y de
locura, que violenta de ella brota
Aquella voz de eco, que por
decir no calla, y por callar apenas llego, a decidir batallas de sencilla lucha
y dificil hecho.
Me remite a mis días de hombre
mudo y siniestro, que sin duda o miramiento, su mente retorcía en torturas de
poco entendimiento.
No se si es lo correcto, pero es
así como me siento, cuando un hueco lento o un gran agujero que se crecen y se
agrandan en tu cuerpo débil y muerto.
Porque las noches nunca pasan en
vano, pero cuando el estómago se encoge y se hace enano, y sin respirar
pretendes levitar…
Es ahí donde te paran, a las
puertas de un cielo insaciable y deseado, que luz y amor emana hasta que no
llegas a él, pobre descarriado.
Ahí te dejan, en la orilla, solo,
varado.