viernes, 25 de mayo de 2012

Residual


Hoy tengo ganas de ser irónico, de embargar alguna que otra vida.
Reirme de los complejos, de los tacones, el maquillaje, las gafas antiguas y los sudores de gimnasio; de los prejuicios, de las camisetas ajustadas, de los peinados modernos, los cuchicheos y los probadores rebosantes de indecisiones vestidas; de la hipocresía, de los ajustes, reformas o recortes, de los paracetamoles diarios, de la abundante falta de tiempo y la escasez de horas de redes sociales; reirme de los adultos, que creen que no sabemos nada; de los jóvenes, que creen lo saben todo; de los niños, que cada día aprenden algo. ¡Qué casualidad, al igual que los adultos y los jóvenes!, ¿no será que tendremos cierto parentesco mental?

Me gustan las preocupaciones contemporáneas. Las inquietudes de los adolescentes. Ropa, música, colaboración social, diversiones, alcohol, estudio, cuerpo escultórico, mínimo esfuerzo. ¿Dónde quedan las aspiraciones personales? Desde luego, lejos de un banco de pesas o de una bicicleta estática quedan.

La energía que los jóvenes tenemos se nos va a ir yendo conforme crezcamos y, sin embargo, ahí seguimos, parados, en nuestro mundo telemático y de visiones borrosas que los polvos nos crean. Dormimos por la mañana y vivimos por la noche. Comemos a mesa puesta, pero no nos preocupamos por mucho más.

Tengo ganas de ver cómo el mundo puede ir cambiando, y cómo las aspiraciones personales se van cumpliendo. Tengo ganas de ver cómo las decisiones se toman, y cómo las preocupaciones, con excelencia se resuelven. Necesito ver cómo las quejas de la sociedad se revierten en un compromiso de la misma por mejorar, pues ¡qué sencillo nos parece hablar!, pero ¡qué dificil nos resulta actuar!
Yo no me libro de este montón de mundo, pero no puedo ser muy objetivo conmigo mismo, soy hombre, y en tanto a eso, cierto egoísimo me inunda.

Debemos reinventar este mundo que se nos antoja, feo, injusto y residual.



jueves, 17 de mayo de 2012

Soporífero


No será que en las noches de lunas grandes no te miro con los ojos bien abiertos, pues me impresiona tu figura y tu anatomía idealizada y comparada como si fueras una musa casta y atrapada en algún frío recoveco de un jardín del Olimpo. 

Aunque a veces despistado, de ti nunca pierdo detalle. No me gustaría dejar pasar un nuevo movimiento que no te haya visto antes hacer, lo que podría sumirme en una especie de obsesión obsesiva por observarte hasta que volvieras a repetir el mismo movimiento y con la misma elegancia que la vez anterior y registrarlo en la mente para recordarlo cada vez que me lo proponga.


Sin duda sería algo que me ocuparía un tiempo precioso, casi tanto como tu aromático pelo, o como tus deliciosos e inquietos labios rojos, pero no puedo permitirme ser tan dejado de tu persona e ignorar tantos movimientos de ballet que en tantas ocasiones han guardado mis retinas.

Tu maldad escondida en tu risa no me importa, ni tampoco los dos ojos que siempre nos observan, mas cuando los astros brillan y el día me agota, el sueño es dueño y se apodera enteramente de mi persona.
No te preocupes, bailarina, por mi respirar lento y pausado o mis ojos cerrados. Simplemente no quiero verte, contigo quiero seguir soñando.


viernes, 11 de mayo de 2012

Equilibrio

El equilibrio me permite no caer. O bien, si mi vida no pende de un hilo, el equilibrio me hace estar en paz conmigo mismo.

Lo dicho, equilibrio
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Al menos hasta los días más cálidos