viernes, 26 de febrero de 2010

Porque a todos nos gustan los exámenes

¿Quien nunca ha pensado en lo bien que se lo pasaría esta tarde teniendo mañana un examen?,¿quién nunca ha dicho que ese examen de Mates está ya suspenso sin haber estudiado antes?...porque a todos nos gustan los exámenes, he aquí algunas de las muchas cosas que se hacen o muchos de los comportamientos que adoptas cuando tienes uno…

El día antes: Ains…el día antes, ese día que nos ha salvado en tantas ocasiones, ese día que te prometes a ti mismo que vas a estudiar como nunca lo has hecho pero que siempre acabas yendo tan justo como siempre…y ¿qué me decís de esas largas noches peleándote con tus párpados y dándote pellizcos en las mejillas, golpes en la cabeza y yendo al baño a lavarte la cara y mirar tus grandes ojeras en el espejo?, ¿qué me decís de esas largas conversaciones que mantenemos con nosotros mismos diciéndonos: “vamos, céntrate, es sólo un examen, sólo es la interesante y más que emocionante vida de Voltaire, Robespierre o uno entre los cuarenta y cuatro presidentes de los EE.UU.”

¿Quien no ha dicho alguna vez el día antes del examen, “voy a merendar”, cuando en realidad no meriendas nunca y encima te pegas un atracón de esos inolvidables? O, ¿quién se ha puesto hacer el día antes de un examen cosas que nunca antes había hecho, simplemente para gastar tiempo o para desconectar del “incesante” estudio?...

El día del examen: Ese día en el que te levantas temprano para estudiar lo que el día antes no estudiaste, me hace gracias esa misma mañana porque siempre te propones ponerte a estudiar mucho antes de lo que en realidad acabas haciendo. Si dices que te vas a levantar a las seis, ya te puedo asegurar yo que hasta las seis y media o siete no te pones a estudiar, porque el despertador se convierte en ese momento en
tu mejor amigo, apagándolo y dejándote dormir un poco y otro poco y otro poco más.

Además es muy divertido ver a todos los chicos y chicas con sus pequeños resúmenes, agobiados viendo como su suspenso se acerca más y más y ponerse a decir la lección y cuando se quedan atrancados mirar la hojita para seguir fingiendo que te sabes el tema.

Y ya por no decir cuando estás dando clase de otra asignatura, como tímidamente sacas la hojita para ponerte a repasar en que año murió Voltaire porque se te había olvidado
El día antes del examen es “tremendamente relajado”

El momento de hacer el examen: Ohh, ese momento tan especial en el que viene el profesor y rápidamente te pones a guardar los apuntes y a esperar con nerviosismo que te pongan el examen delante, no sé si os pasará a vosotros, pero yo hasta que no pongo el nombre la fecha y el curso no lo miro, es como si quisiese retrasar el ver el examen por el posible respeto que todos le tenemos. Otra cosa que hace mucha gracia son los típicos despistados (en los que me incluyo yo) que preguntan la misma pregunta a la profesora unas tres o cuatro veces, para risa constante del resto de la clase y vergüenza para el despistado. Jajaja

También, cuando estás haciendo el examen hay al menos unos 5 o 6 descansos que haces mirando al resto de la clase. Muchas de estas veces coincides con otro compañero que está haciendo uno de sus descansos y es ahí cuando lo miras y te ríes o pones cara de susto ante el examen y vuelves de nuevo a pelearte con tu “trozo de papel”, porque un examen no es mucho más que eso.

Posibles ruidos que se pueden escuchar en un examen: Los clásicos….”Dios” OMG!!! WTF!! O ya los muy típicos “ains”, los suspiros, cuando resoplas una y otra vez (como si sirviera de algo, como si eso te ayudara en el examen), los “ufff”, los “madres mías”…las risas cuando alguien se suena la nariz o cuando alguien estornuda de forma un tanto rara…Jajaja

Conclusión: Los exámenes son mucho más divertidos de lo que pensáis, sólo tenéis que buscarles el lado positivo y ver estas dos semanas como dos semanas de sonrisas, de ruidos raros mientras haces el examen, de pellizcos en la mejilla y de madrugones más que innecesarios. Saludos empollones!!


jueves, 18 de febrero de 2010

Me gusta la lluvia


No me gusta la lluvia.
Me gusta que no salga siempre el sol y que eso haga que haya muy poca gente en la calle, me gusta pisar charcos y pasear bajo la lluvia, ni siquiera necesito ahora un paraguas porque tengo un chubasquero. Los chubasqueros hacen que puedas tener las manos en los bolsillos calentitas y que no tengas que estar constantemente buscándolos cada vez que vayas a un sitio.
Puede que me guste la lluvia. Me gusta poder sentir la humedad en el ambiente, respirar y que los pulmones te pidan hacerlo otra vez, porque el aire de lluvia es fresco y agradable.
A veces me gusta la lluvia. Porque nunca te aburre, siempre es diferente, a veces llueve con más intensidad, otras veces más flojo, a veces llueve y las gotas golpean tu cristal, mientras que otras veces golpean el cristal del vecino, a veces llueve y ni te enteras, porque es una lluvia fina y delicada pero otras veces llueve y las gotas de lluvia te hacen daño en la cabeza de lo gordas que son.
Me gusta la lluvia. La lluvia te hace pensar y reflexionar, cuando llueve más rápido hace que te des prisa y cuando llueve poco hace que vayas más despacio, que dejemos de ser esclavos del tiempo. La lluvia te hace sentir libre, exento de esencia, porque la lluvia es parte de ti, es una continuidad de tu Zen, porque la lluvia sólo ocurre cuando menos quieres y cuando menos lo esperas, si no, ¿porqué siempre tienes algo pensado cuando llueve y al final siempre acabas suspendiéndolo?. La lluvia mola,no digais que no y yo soy guay. Sólo porque me encanta la lluvia !!



Lluvia ^^

lunes, 15 de febrero de 2010

Veintisiete escalones


Me desperté con el incesante y casi inapreciable repiqueteo de las gotas de lluvia en mi ventana. Sonreí. Me encantan los días lluviosos, ese olor a humedad en el ambiente, esa despreocupación total que tienes al mojarte mientras paseas, te sientes...no sé...libre.
Me vestí rápido y bajé rápidamente a desayunar, por poco me atraganto con las galletas integrales que tanto me gustaba saborear, pero hoy no había tiempo, quería volver allí de nuevo. Así que dejé mi tazón de leche sin fregar y las migajas de galleta sin recoger encima de la mesa, me lavé los dientes rápidamente, me arreglé mi pelo con una sencilla diadema y me perfumé. (Tenía que estar presentable). Maquillaje no, no me gusta demasiado, simplemente un poco de sombra de ojos y lista.

-¿Cómo me ves? Pregunté a mi gatita que estaba medio dormida en el sofá

Ella me miró abriendo un ojo y bostezó, después añadió “miau” y siguió durmiendo

-Ains, gracias. Te quiero, le dije cogiéndole la cabecita y besando su frente.
Que mona era mi gatita siempre ^^

Casi olvido las llaves al salir precipitadamente de casa, bajé las escaleras del piso de dos en dos y me apresuré a iniciar mi nueva aventura. Cuando salí a la calle me acordé que llovía y me planteé coger el paraguas marrón, pero perdería tiempo y total, simplemente chispeaba.

Mmm. Pensé por donde debía ir para llegar allí, la última vez tuve que perderme para dar con la cafetería , por eso cuando volvía a mi casa intenté memorizar cada paso que daba, casi como en el cuento de Pulgarcito con las miguitas de pan.

Mientras me perdía por aquellas pequeñas calles y miraba no sé por qué constantemente el reloj reconocí la bifurcación. Quería ir por la derecha, pero un impulso me dictaba tomar el camino de la izquierda para ver que gran secreto se escondería al final de aquel callejón empedrado. Al fin y al cabo la izquierda es mi segunda mano favorita y se merecía un poquito de respeto. Así que fui impulsiva y recorrí el estrecho callejón.
También tenía escaleras de piedras y esquinas con moho debido a la humedad del ambiente de Holanda.
Conté los escalones, es algo que siempre me gusta hacer, me sé las de mi piso (18), los de la casa de mis abuelos (10 y después 6) , los de la casa donde viví cuando era pequeña (16) …Jaja, no sé, es como una costumbre.
1,2,3…25,26 y 27. Veintisiete escalones. Miré hacia delante y me encontré con otra plaza….quizás con las piedras de las casas más oscuras pero prácticamente igual que la otra. Me sorprendí un montón al ver la misma cafetería allí, o al menos se parecería mucho, tenía la misma ventana pequeña y discreta y aquel cartelito de hierro que chirriaba con el susurro del viento. Decidí entrar y dejaría el otro camino para después, eso sí me prometí que 10 minutos máximo, sólo echar una ojeada y punto.

Abrí la puerta silenciosa y ágil y me dispuse a comprobar si había alguien.

-¿Hola? Il y a quelqu ´un?
-Oui mademoiselle, asseyez-vous s´il vous plaît. Me dijo una voz entre las sombras, esa voz…
-¿Dónde estás? Pregunté ansiosa
-Detrás de ti. Me susurró
-¡Ahh! ¡No me des esos sustos! Soy muy delicada.
-Sin duda. Me contestó con una ironía que no podía con ella

Por eso le eché una de mis miradas más asesinas, porque hay miradas que matan, pero que yo nunca las consigo sacar…

-Ahora dime, ¿porqué has elegido el camino de la izquierda?
- ¿No lees la mente?, dímelo tú
-Hoy es difícil saber lo que piensas, aún no he conseguido entrar en tu mente, ahora dímelo. Dijo con su calma habitual.
-Me niego a que lo sepas todo sobre mí Hum. Tendrás que conformarte con lo que tienes.
-Pues entonces tú tampoco puedes hacerme ninguna pregunta y no podrás tomarte tu capuccino, como tampoco podrás quedarte con mi pulsera de bohemio. Dijo mientras se remangaba y me enseñaba una preciosa pulsera marrón hecha de hilo.
-Pero eso no es justo, tu puedes leer mentes, lo que daría yo por poder hacer eso, sería mucho más fácil entender a la gente y saber qué es lo que piensan
-Marlenne…leer mentes no es para nada agradable, podrás ver la felicidad, la alegría, el amor…Pero también puedes ver su más profundo sufrimiento y las cosas más remotas de sus corazones y … créeme , después de haber visto todo eso…cambias, cambias hasta convertirte en lo que me he convertido.

-No digas eso, con el cariño que te he cogido en dos días. Y le abracé

Estaba caliente, su respiración estaba suavemente acompasada con su intensa mirada, su perfume prohibido me sumía en un relajante sueño y su esencia enamoraba cada parte de mi cuerpo. Me desmayé…

Desperté medio dormida en el sofá de mi casa, mi gatita me lamía la cara y tenía la sensación de haber dormido 2 días seguidos. Lo primero que hice fue mirar el calendario, seguía siendo 16 de febrero…
Me senté en el suelo y apoyé mi espalda en el sofá, mirando embobada como se desperezaba Zissy y cuando empezó a andar dirección-cama, vi una pulsera marrón en el suelo.

No había sido un sueño.
Mañana le buscaré otra vez :)



viernes, 12 de febrero de 2010

Las alas se cortan con el viento


Llega a ser frustrante no poder hablarnos, no poder mirarnos y estar tan lejos, no poder hacer nada de lo que quieras, porque no puedes…
Se dice que nada es imposible y nada lo es…pero las distancias nos matan. Y aunque nuestras despedidas están cargadas de palabras, ninguna tiene un sentido verdadero. Cuando me regala sonrisas yo se las quito, es mi forma de agradecerle ser como es. Ahora, tengo prohibido quitarle las sonrisas, sólo se las puedo regalar.
Me gusta que ambos sonriamos y lo sepamos, que miremos nuestras almas en señal de complicidad y compartamos nuestras historias de jóvenes soñadores. Podríamos cortarnos las alas, o dejar que se las llevase el viento, podríamos dejar de ser esclavos del tiempo y vivir eternamente
Nos planeamos nuestra vida, nuestros mares y océanos, nuestros acantilados y nuestras montañas, nuestros juegos de enamorarnos…
Nos prometemos muchas cosas, demasiadas diría yo, pero lo que más me gusta es que cumpliremos cada una de ellas, porque nos gustan los retos y nos gusta ganar.
Por las noches volvemos a nuestros caminos, volvemos a llorar por dentro y a recordar tímidamente cada uno de nuestros momentos juntos. Siempre los desaprovechamos y después cuando nos vamos nos arrepentimos, no nos abrazamos ni nos demostramos que nos queremos, simplemente miramos lo tontos que somos y pensamos que cuando lleguemos a casa volveremos a echarnos de menos, volveremos a mirar esos atardeceres bonitos y esas fotos…volveremos…a querernos…
Porque podríamos cortarnos las alas, o dejar que se las llevase el viento, podríamos dejar de ser esclavos del tiempo y vivir para siempre…podríamos jugar a querernos o simplemente podríamos volar juntos hasta eternidad.
(azúcar)

lunes, 8 de febrero de 2010

Callejones,boinas y bohemios

Sostenía el anuncio arrugado entre mis manos, aquel en el que ponía “¿Le gusta el chocolate caliente y el café? Si es así por favor, no dude en visitarme”.

Seguro que me había perdido, hacía ya varios minutos que no me sonaban el nombre de las calles por donde pasaba. Cada vez más pequeñas y desconocidas, creo que nunca había pasado por allí, y eso que a mí me gusta explorar lo inexplorable. Constantemente tenía que decidir derecha o izquierda o seguir adelante. Me encontré en una bifurcación…claramente elegí la derecha, mi preferida, y avancé por allí. Acabó siendo un estrecho callejón con el suelo empedrado al igual que las paredes de las casas que tenía a los lados. Conforme avanzaba por aquel callejón me parecía más probable que no tuviera salida. Iba bajando por los escalones llenos de musgo. Pasé un curva tan cerrada que no podía ver lo que había al final de ella y me encontré con una bonita plaza que efectivamente no tenía salida. Sin embargo en una esquina de la plaza había una modesta cafetería, que si no llega a ser por mi aguda vista hubiera pasado desapercibida por cualquier otra persona.

Entré, tenía ganas de pasar un buen rato relajada, total el lugar del anuncio tendría que buscarlo otro día. Dios, que cabeza tengo…
El lugar estaba en penumbra solamente dos candiles iluminaban la estancia tímidamente y tal y como pensé estaba totalmente vacío.
Digo prácticamente vacío porque sólo había un señor con boina leyendo tranquilamente un artículo de una revista a la que no había oído hablar nunca.- “Bien” pensé, “desconocidos” Aquel extraño era joven, muy joven, y tenía unas pintas de bohemio que no podía con ellas. Me acerqué y le dije “Hola” sonriendo lo mejor que podía.

-Marlenne, ¿verdad? Te estaba esperando dijo sonriendo mientras sorbía de su capuccino
-¿Cómo sabe mi nombre? Le dije perpleja
-Lo leí en tu mente, me contestó –tu mente es fácil de leer, tienes las ideas claras y no te gusta pensar en el futuro. Hay pocas personas como tú.
-Pe..pero, ¿es mentalista?
-No, simplemente soy un joven que tiene unas pintas de bohemio que no puede con ella.

Me reí de la vergüenza. Enseguida intenté poner mi mente en blanco para que no leyera lo guapo que era.

-¿Un café?. Me preguntó
-¿Son los mejores de la ciudad?
-Sin duda
-Pues entonces póngame uno como el suyo.

Se levantó de su asiento con una agilidad y un sigilo asombroso y cogió un café humeante de encima de la barra (Juraría que eso no estaba allí cuando entré). Se sentó, apartó la revista que leía antes y me miró con interés.

-Y dime, me dijo mientras removía su capuccino con una cucharilla, -¿desde cuando te sientes atraída por los callejones húmedos y las cafeterías en penumbra?
-Desde que me pierdo intentando encontrar locales de anuncios arrugados. Dije sonriendo por mi despistada cabeza. (Me dio la sensación de que me hizo la pregunta sólo para mantener una conversación ya que imaginé que sabía la respuesta)

-¿Azúcar?. Me preguntó
-No gracias.

Él sin embargo metió su mano en el bolsillo de su chaqueta bohemia y sacó un puñado de azúcar de ella. Me gustaba aquel chico, no sólo era guapo y misterioso, su voz suave y calmada me relajaba mucho.

-¿Qué hace aquí?. Pregunté interesada.
-El mundo es grande y ruidoso y las calles están llenas de gente con prisas mirando sus relojes, son esclavos del tiempo. Aquí se está lo suficientemente tranquilo para poder descansar, además como ya te dije te estaba esperando.
-Pero…¿porqué a mí?, ¿que tengo yo de especial?
-Simplemente leíste mi anuncio
-¿Éste? Pregunté perpleja mientras rebuscaba en el bolsillo de mis vaqueros
-Ajam, y el puesto es tuyo.
-Si no he hecho nada…porqu…
-Soy mentalista según tú, ¿recuerdas? Eres apta para el puesto y puedes empezar a trabajar cuando quieras. Dijo sonriendo.
-Muchísimas gracias de verdad, nunca pensé que…en fin da igual, gracias, dije complacida.

Me terminé el capuccino y me levanté, saludé como con una reverencia a al que él me respondió. Sonreía un montón, quería aquel trabajo y esta deseando volver a mi casa para contárselo todo a mi gatita.

-¡Espera! Dije mientras salía.-¿Cómo te llamas?.
-No te lo voy a decir.
-¿Volveré a verte?
-Siempre estoy aquí, con lo que de ahora en adelante tendrás que ser tú la que me sirva el café de ahora en adelante. Total, ya eres la dueña del local dijo con aire desgarbado.
-Bien. Asentí con timidez, era como si estuviera en mi primer día de colegio y no conociese a nadie
-Ah! Dijo con voz suave. -No soy tan guapo como piensas
-Tonto. Pensé, “creó que empezaré a odiar tu mente me repetía varias veces para que él captara el mensaje fácilmente en mis pensamientos”
-Adiós Marlenne. Dijo sin mirarme, al parecer su capuccino era más importante que yo.
Adiós. Le sonreí, salí de la cafetería y corrí a casa, estaba deseando volver allí mañana para volver a ver a ese misterioso chico con boina y con pintas de bohemio.


jueves, 4 de febrero de 2010

Quizás

Quizás sienta complicidad cuando la vea, aunque cuando nos miramos desviamos la mirada y yo me río por dentro porque se pone nerviosa y pasa mucho tiempo hasta que se vuelva a atrever a mirarme.

Quizás te eche de menos cuando me voy a dormir, cuando sueño o cuando escucho música, aunque tú no eres la chica de la que hablan esas canciones.

Quizás vaya un día a buscarte por todo el mundo y a encontrarte en un acantilado, a abrazarte y a besarte, estés donde estés, aunque sólo por no verte me perdería por cada uno de los caminos que encuentre a mi paso.

Quizás no estemos hechos el uno para el otro, que simplemente seamos agua salada y agua azucarada, aunque tus cálidos ojos me fuercen a pensar lo contrario.

Quizás sólo sea un chico al que le gusta mojarse bajo la lluvia y llegar empapado a casa, que disfrute quitando las huellas del agua en el pasillo y que no aprenda la lección, porque mañana lo volverá a hacer.

Quizás me guste su compañía de forma tan espontánea y sorprendente, aunque eso sólo ha hecho que incrementen mis ganas de odiarla.

Quizás no nos queramos, aunque la respuesta simplemente la tengas tú…



Quizás sólamente seamos azúcar :)