viernes, 10 de septiembre de 2010

El tesoro azteca

[Continuación de callejones, boinas y bohemios, veintisiete escalones y síntomas]

Desperté.
La cabeza seguía ardiéndome. La toqué inconscientemente. Tenía un paño húmedo y un vendaje. Intenté levantarme pese al dolor.

-¡Shhh shhh, quieta!. Dijo un borrón desde el fondo de la habitación.

Aún tenía la vista nublada y tardé un poco en distinguirle, era el señor de la cafetería, el de la barba blanca y el maletín.

-Te has dado un buen golpe.
-No, no, estoy bien. ¿Dónde estoy?
-Eso ahora no importa. Dijo tranquilo, parecía cansado. –Debes descansar.
-¿Qué es lo que ha pasado?. Pregunté de nuevo.

Me miré de pies a cabeza, estaba pegajosa a causa del sudor y no sentía las piernas.
No llevaba el suéter y la camisa la llevaba medio abierta. Tampoco llevaba mi pulsera de abalorios ni su pulsera.

-¿Y mis cosas? Insistí.
-Ahí.

Señaló una mesa un tanto antigua cerca de mí, allí no estaba su pulsera, pero sí lo demás. Parecía muy atareado preparando algo. Un líquido semitransparente humeante con hojas de algún arbusto o árbol.

-¿Mi pulsera?
-Veo que no sabes qué es eso. Dijo seriamente señalando la pulsera que se encontraba enfrascada en una mesa no muy lejos de la otra.
-¡Sólo es una pulsera!. Reproché.

Al gritar me dolió la cabeza un poco más.

-Bebe agua. Me ofreció aquel señor.-La pulsera que llevabas no es una pulsera normal, no pienses que estoy haciendo cosas raras.
-¿Qué dice? Pregunté perpleja
-¿Ves la marca que tienes en la muñeca? Es el sello de los mexicas. Si no me equivoco esa pulsera perteneció al último emperador azteca Cuauhtémoc. El tesoro perdido de la civilización azteca. Ignoro como hayas podido conseguirla.

Explicó mientras terminaba de preparar esa cosa.

-Bebe, te sentirás mejor.

Mientras bebía de aquel líquido, extrañamente bueno me explicaba parte de la historia de aquel emperador…

Cuauhtémoc, fue el líder de los mexicas en el exterminio del imperio azteca por Hernán Cortés. Durante su reinado, tuvo que ver cómo su tierra era devastada por los españoles e incluso como moría su gente sin poder hacer nada. Su báculo, se lo quedó el propio Hernán Cortes, pero lo perdió en el naufragio del bergantín que lo llevaba a España, junto con la armadura de piel de lobo y todo el oro de las minas del Potosí que consiguieron. Pensaba que esa pulsera naufragó junto con todo lo demás…
-¿Cómo sabe que es la verdadera? Inquirí expectante.
-Sencillo, por la marca de tu brazo y el material. Está hecho de Pokgram. Un árbol extinto que abundaba en México por aquella época.

Estaba impresionada, no menos sorprendida por aquella historia.

-Cuauhtémoc murió a manos de Hernán Cortés.
Antes de morir dijo:
"Ya yo he hecho todo mi poder para me defender a mí y a los míos, y lo que obligado era para no venir a tal estado y lugar como estoy; y pues vos podéis ahora hacer de mí lo que quisieres, matadme, que es lo mejor"

Dime, ¿cómo conseguiste eso?
-Un hombre me la dio un día…bueno, no exactamente, se la vi puesta un día y a la mañana siguiente apareció en mi casa.
-Dicen las leyendas que quien la poseyera tendría el poder de leer las mentes, pudo hacerse muy poderoso aquel Imperio. Dijo el señor mirando por la ventana.

La verdad, poco a poco me fui encontrando mejor, la pesadez del cuerpo desaparecía día tras día. Aquel hombre cuidó bien de mí y le estaba agradecida. Investigué acerca de Cuauhtémoc y su Imperio al parecer realizó un pacto de sangre antes de morir, y la pulsera se impregnó de su alma, según cuentan algunas leyendas.
También descubrí artículos en Internet que hablaban sobre pérdidas de la memoria y de la consciencia durante días incluso casos de años. El aura de la pulsera se acoplaba al alma, controlando nuestra vida y proporcionando habilidades como el de leer las mentes o una celeridad y agilidad sobrenatural. De ahí, que aquel hombre con pintas de bohemio posiblemente estuviera afectado por el aura de la pulsera y que yo leyese la mente de aquel señor vagamente antes de caer al suelo inconsciente.
Ahora puedo decir que siento respeto por esta civilización y que su cultura impidió poder proteger su tierra y ser exterminados…



¿Os imagináis el mundo ahora, pero con las civilizaciones de los Incas, Mayas y Aztecas aún?





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ecos del pasado