martes, 28 de enero de 2014

Te quiero a ti

Despierto y te encuentro embadurnada en tus pensamientos. Son ideas anodinas, imaginaciones de herrumbre que emborronan tu mente y tus recuerdos.

Eres un ser delicado. Tu aspecto no es peligroso, ni siquiera tu apariencia es engañosa o distorsionante, más estás cubierta por un veneno que te enferma lentamente.

Cuando estás sentada y me miras se me cae el alma. Me derrito. Tienes ese poder, esa capacidad o esa ventaja. Tienes la ventaja de conocer mis sentimientos y mis lágrimas.

Tienes un aura que se extiende por tu burbuja. Tienes una visión sombría de tu cuerpo, pero en realidad yo creo que tus musas son alegorías inexistentes, fuera del mundo real.

Con cada paso que doy me acerco más a ti. No me prestas atención, sigues reflexionando sobre el todo y la nada, y en un esfuerzo de comprenderlo acabas agotada.


Toco tus piernas, acaricio tu ombligo y caigo en tus encantos. Sigo explorando lo inexplorable y llego a tu espalda, tus hombros, tus manos y tu cuello.

Decido relajarme y dedicar algo más de tiempo a aquella zona en la que una cuchillada puede ser mortal. Te beso despacio dejando que mi veneno se introduzca en tu piel.

Quiero hacerte mía, entrecortar tu respiración y dejarte muda.

Te quiero a ti.


sábado, 11 de enero de 2014

Cuando llueve

Cuando llueve escribo. Cuando escribo llueve.

Me quedo en un rincón, donde nadie pueda verme a observar.
La gente parece tener prisa cuando llueve y ser especialmente torpe.

A los hombres de gabardina y sombrero el periódico se les moja.
A las mujeres con tocado los guantes no les dejan abrir sus bolsos
Los escolares acaban con los zapatos mojados a la altura de los tobillos..

Hago un dibujo de una pareja que posa con paraguas en el puente de la ciudad a punto de desbordarse. Los dibujos ayudan a ilustrar mis historias.

Las calles están inundadas, pero la actividad no cesa.
Los vecinos han sacado sus barcas y pasean haciendo su vida  normal.

Todos visten de traje y elegancia, todos hablan con un refinamiento decimonónico, todos portan reloj de bolsillo, firman con pluma y abren su correspondencia con abrecartas.

Pienso en el niño que limpia zapatos en la calle de la estación. Se ha quedado hoy sin trabajo. La lluvia ensuciaría el calzado de su clientela al minuto.

El cielo está cubierto. Aunque las nubes son claras el humo de las fábricas inunda y ennegrece la ciudad es la hora del almuerzo. Los trabajadores salen con sus fiambreras a tomarse un sándwich y una fruta. Sus caras están llenas de hollín, sus manos son fuertes y vigorosas y su aspecto es alegre pero con un cierto tono decadente.

Los comercios ya han abierto en la zona alta de la ciudad.
La mujer de las mejillas sonrosadas se acerca. Es hora de dejar de escribir.

viernes, 3 de enero de 2014

Cicatrices

La paciencia me ha acompañado a lo largo de la vida pero aquel viaje estaba acabando conmigo.

Olvidé el cansancio, el sueño, el dolor de cabeza y me acomodé en pensamiento de sosiego y calma. No paraba de repetir en mi mente “sólo debes esperar a ver el mar cuando mires hacia el este”, pero las estaciones pasaban y el mar no llegaba.

Estaba nervioso. No dejaba de imaginar e imaginar, de pensar en los próximos días, en las emociones, las miradas, las sonrisas y los viajes. Llegué algo confuso, preguntándome qué hacía yo allí y por qué estaba tan lejos de casa.

Mi mente se quedó en blanco cuando me sorprendiste en el andén mirando tus fotos. Te noté mucho más mayor, pero aún con los rasgos de niña traviesa que siempre te acompañan.

No dijiste absolutamente nada, permaneciste dos segundos mirándome con gravedad y después te precipitaste contra mi pecho como si hubieras perdido una parte de tu interior que necesitabas recuperar. Nos abrazamos en secreto.

Las fotos, los cementerios, las playas y las canciones, las prisas, los billetes de autobús, las luces y los mercadillos, los jabones, las tarjetas, las idas y las vueltas fueron detalles que nunca olvidaré.

Me sigues a todas partes, estás en mi mente y en mis pensamientos, eres mi idea y mi único argumento, un diálogo inacabado, que yo te buscaré un final junto a mí.
Tus caricias siguen grabadas como cicatrices en mi piel.