lunes, 8 de febrero de 2010

Callejones,boinas y bohemios

Sostenía el anuncio arrugado entre mis manos, aquel en el que ponía “¿Le gusta el chocolate caliente y el café? Si es así por favor, no dude en visitarme”.

Seguro que me había perdido, hacía ya varios minutos que no me sonaban el nombre de las calles por donde pasaba. Cada vez más pequeñas y desconocidas, creo que nunca había pasado por allí, y eso que a mí me gusta explorar lo inexplorable. Constantemente tenía que decidir derecha o izquierda o seguir adelante. Me encontré en una bifurcación…claramente elegí la derecha, mi preferida, y avancé por allí. Acabó siendo un estrecho callejón con el suelo empedrado al igual que las paredes de las casas que tenía a los lados. Conforme avanzaba por aquel callejón me parecía más probable que no tuviera salida. Iba bajando por los escalones llenos de musgo. Pasé un curva tan cerrada que no podía ver lo que había al final de ella y me encontré con una bonita plaza que efectivamente no tenía salida. Sin embargo en una esquina de la plaza había una modesta cafetería, que si no llega a ser por mi aguda vista hubiera pasado desapercibida por cualquier otra persona.

Entré, tenía ganas de pasar un buen rato relajada, total el lugar del anuncio tendría que buscarlo otro día. Dios, que cabeza tengo…
El lugar estaba en penumbra solamente dos candiles iluminaban la estancia tímidamente y tal y como pensé estaba totalmente vacío.
Digo prácticamente vacío porque sólo había un señor con boina leyendo tranquilamente un artículo de una revista a la que no había oído hablar nunca.- “Bien” pensé, “desconocidos” Aquel extraño era joven, muy joven, y tenía unas pintas de bohemio que no podía con ellas. Me acerqué y le dije “Hola” sonriendo lo mejor que podía.

-Marlenne, ¿verdad? Te estaba esperando dijo sonriendo mientras sorbía de su capuccino
-¿Cómo sabe mi nombre? Le dije perpleja
-Lo leí en tu mente, me contestó –tu mente es fácil de leer, tienes las ideas claras y no te gusta pensar en el futuro. Hay pocas personas como tú.
-Pe..pero, ¿es mentalista?
-No, simplemente soy un joven que tiene unas pintas de bohemio que no puede con ella.

Me reí de la vergüenza. Enseguida intenté poner mi mente en blanco para que no leyera lo guapo que era.

-¿Un café?. Me preguntó
-¿Son los mejores de la ciudad?
-Sin duda
-Pues entonces póngame uno como el suyo.

Se levantó de su asiento con una agilidad y un sigilo asombroso y cogió un café humeante de encima de la barra (Juraría que eso no estaba allí cuando entré). Se sentó, apartó la revista que leía antes y me miró con interés.

-Y dime, me dijo mientras removía su capuccino con una cucharilla, -¿desde cuando te sientes atraída por los callejones húmedos y las cafeterías en penumbra?
-Desde que me pierdo intentando encontrar locales de anuncios arrugados. Dije sonriendo por mi despistada cabeza. (Me dio la sensación de que me hizo la pregunta sólo para mantener una conversación ya que imaginé que sabía la respuesta)

-¿Azúcar?. Me preguntó
-No gracias.

Él sin embargo metió su mano en el bolsillo de su chaqueta bohemia y sacó un puñado de azúcar de ella. Me gustaba aquel chico, no sólo era guapo y misterioso, su voz suave y calmada me relajaba mucho.

-¿Qué hace aquí?. Pregunté interesada.
-El mundo es grande y ruidoso y las calles están llenas de gente con prisas mirando sus relojes, son esclavos del tiempo. Aquí se está lo suficientemente tranquilo para poder descansar, además como ya te dije te estaba esperando.
-Pero…¿porqué a mí?, ¿que tengo yo de especial?
-Simplemente leíste mi anuncio
-¿Éste? Pregunté perpleja mientras rebuscaba en el bolsillo de mis vaqueros
-Ajam, y el puesto es tuyo.
-Si no he hecho nada…porqu…
-Soy mentalista según tú, ¿recuerdas? Eres apta para el puesto y puedes empezar a trabajar cuando quieras. Dijo sonriendo.
-Muchísimas gracias de verdad, nunca pensé que…en fin da igual, gracias, dije complacida.

Me terminé el capuccino y me levanté, saludé como con una reverencia a al que él me respondió. Sonreía un montón, quería aquel trabajo y esta deseando volver a mi casa para contárselo todo a mi gatita.

-¡Espera! Dije mientras salía.-¿Cómo te llamas?.
-No te lo voy a decir.
-¿Volveré a verte?
-Siempre estoy aquí, con lo que de ahora en adelante tendrás que ser tú la que me sirva el café de ahora en adelante. Total, ya eres la dueña del local dijo con aire desgarbado.
-Bien. Asentí con timidez, era como si estuviera en mi primer día de colegio y no conociese a nadie
-Ah! Dijo con voz suave. -No soy tan guapo como piensas
-Tonto. Pensé, “creó que empezaré a odiar tu mente me repetía varias veces para que él captara el mensaje fácilmente en mis pensamientos”
-Adiós Marlenne. Dijo sin mirarme, al parecer su capuccino era más importante que yo.
Adiós. Le sonreí, salí de la cafetería y corrí a casa, estaba deseando volver allí mañana para volver a ver a ese misterioso chico con boina y con pintas de bohemio.


4 comentarios:

  1. oh oh oh está interesante ^^

    pd: ser esclavos del tiempo..es lo peor :(

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  2. Prefiero la izquierda!
    Estoy deseando saber el nombre de ese chico misterio (:
    Y si soy viciada... pero a tus historias ^^

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  3. pensais que continúa?? O.O
    La historia terminaba ahí ¬¬
    Vais a hacerme escribir más?? uii que público más difícil :)

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  4. no puede terminar así..me niego ¬¬
    estaba en su puntito para que pasase algo interesante jajaja

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Ecos del pasado