miércoles, 12 de septiembre de 2012

Fugaz

Sediento, devoro recuerdos con gran dificultad.
Pienso en tus ojos, aquellos que no recuerdo haberlos mirado nunca fijamente. Son marrones, creo, pero estoy convencido de que no son de un marrón normal. Quizá asegurar que son pardos sea lo más conveniente. Me recuerda un poco más a tu lado salvaje, o a esa locura tuya que te inunda en situaciones inesperadas.
Qué peligrosa eres, tengo que reconocerlo. Tanto como las fieras de los bosques.
¿Será por eso que siempre me enseñas los dientes cuando estoy a tu lado? Estaba casi convencido de que eran sonrisas.
Tendré pues que llevar más cuidado y acariciarte despacio. Las caricias amansan a cualquier fiera, pero tú no te bastas con eso. Tú quieres algo más. Algo como un billete de ida, un libro para niños o una ardilla. Siempre quisiste tener una, ¿recuerdas?
Seguiré pensando mientras descansas sobre mi pecho. Te gustaba oirme vivir.

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Ecos del pasado