domingo, 4 de enero de 2015

La Bestia

Pasas a otra dimensión, aprietas los ojos y los dientes, notas cómo la cabeza se acelera, cómo los pensamientos recorren tus pupilas, esos recuerdos, esas frases que te marcaron la vida. Son sentencias que te sentencian, quemaduras que se tatúan en tu nuca y despiertan tu ferocidad. Los ojos languidecen, los músculos se tensan, las uñas se clavan en la palma de tu mano, se entrecorta la respiración y frunces el ceño. Enseñas los dientes, eres una especie de ser salvaje. Quieres gemir, quieres gritar, pero no decir ni una palabra, sólo un aullido que te libere, que permita soltar las lágrimas que te quedan. Un grito que se oiga a miles de kilómetros y que te transforme de nuevo en esa persona segura de sí misma, que cree en los imposibles. Golpeas el suelo con la insistencia de un loco, sin dudar en que ahora lo eres en cierto modo. La furia de ese animal se calma, la respiración se relaja. Caes al suelo rendido, cae la bestia que vuelve a dominar tu mente.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ecos del pasado