sábado, 13 de diciembre de 2014

Te escribo a ti porque no sé a quién más escribir

Te escribo a ti porque no sé a quién más escribir

Las palabras se me quiebran, cada vez que intento expresarte lo que siento. La voz me tiembla, mi mente mide cada una de las sílabas con las que intento atemperarte. Eras capaz de dar la vuelta a una situación desfavorable, hacerme sentir culpable de una herida que tú me habías hecho. Me autodestruías. Escribo, porque no tengo otro modo de poder decir lo que debo, ni lo que mis entrañas me gritan de madrugada.

Te lloro porque no sé a quién más llorar.

Porque fuiste la primera en oír mi llanto, en sofocarlo, en transformarlo en una sonrisa y, a la vez, fuiste la última en provocarlo, en escucharlo, en  encenderlo y transformarlo en una condena que pesa, en una cadena que arrastro y que no me deja pegar ojo. Mi mente funciona como un sistema soviético, la producción prima sobre el individuo, tal como mis pensamientos como fin último, se incrustan y deambulan por  mi cráneo. Lloro, aunque eso me lleve a la desesperación.

Te quise porque ya no sabía a quién más amar.

Porque soy incapaz de dejarlo todo, de olvidarlo, de odiarlo, de quemarlo. Porque Pandora creó la mayor maldad de la humanidad, eso que llaman esperanza, y que lo único que hace es alargar la agonía y el tormento de los hombres. Me gustaría saber por qué me estremezco cada vez que veo una foto tuya o cada vez que pienso en los días que necesitaría para caminar hasta tu casa.


Te grito  porque necesito que me escuches.
Te grito porque yo ya ni me oigo.

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Ecos del pasado