jueves, 3 de marzo de 2011

Contexto histórico

Frustrado y casi diría engañado, otra vez he de enfrentarme a otro reto que se ponga frente a mí. (Otro de muchos). Parece que queréis matarme o ahogarme entre tanto comentario “ingenioso” o con tanta insistencia en temas absurdos, mas sólo fraude e indecencia es lo que acabáis consiguiendo.

Sí, os desafío a ti y a todos los que directamente tiráis piedras en mi camino o inundáis ríos con vuestros comentarios que, no en vano, hacéis inconscientemente pues vuestra diminuta capacidad craneana no podría pensar por sí misma tales atrocidades. (Posiblemente ni esto lo hubierais entendido)

Pero como lo comprendo y no soy rencoroso con vosotros, inteligentes amigos, os invito a venir conmigo y conseguir aquello que yo intento proponerme, para así, reírme de ti y de tus compañías de Premio Nobel. Insisto en mi carácter rencoroso, al igual que insisto, a quien sea que me controle, que no lo está consiguiendo y que deje de intentarlo para fracaso el primero, el segundo y tercero.

Sin embargo y no obstante, pese a mi pesar por tanto y tan poco que sólo yo soy capaz de dar importancia, mejor, como siempre, olvidar y guardar, es decir, ni darle más vueltas a lo que algo más inteligente que una piedra diga ni a lo que responda la mancha de dicha piedra. Al final, dejaré esta experiencia como una más en mi negativa agenda de infortunios a lo largo de ya casi 17 primaveras…

1 comentario:

  1. Odio los comentarios de historia, sobre todo la parte del contexto histórico. Y también los de filosofía.
    A los que intentan que tropieces, ni caso, adelante y persigue siempre tus sueños :)

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Ecos del pasado