miércoles, 16 de junio de 2010

No, aquel no fue un viernes cualquiera...

Otro viernes por la tarde, digo otro porque parece que fue ayer cuando al fín vlvía a darle la espalda al instituto y miraba el horizonte con aires de libertad, aunque sólo fuese durante el viernes.
Como siempre me esperé al salir del insti para planear por encima con mis amigos si íbamos a quedar este sábado por la noche, al final, decidimos juntarnos en un parque no muy lejano de mi casa para relajarnos. Los despedí a todos y me dirigí con prisa a casa.

-¡Mamá, ya he llegado!¡Mmm... pasta!

-No cariño, la pasta es para el gato, para ti hay sobras. Dijo mientras secaba los platos.

-¡Mamá! Reproché.

Mi madre era muy juvenil, la verdad es que siempre me gastaba bromas de ese tipo y me entendía a al perfección. En un argot más general diría que era de “los buenos”.
Mi padre en cambio, siempre intentaba ser divertido conmigo, aunque fracasaba estrepitosamente, y lo peor es cuando estoy con mis amigos en casa y se hace el guay diciendo cosas como: “¿Qué pasa es que no estoy en la honda?” o “¡Cómo mola!, ¿seguís los jóvenes diciendo eso?”. Me río más con él cuando se pone en ese plan. Algún día tendré que llevarlo de fiesta por hay para que vea que es lo que se dice hoy en día por ahí…Aunque no creo que quiera, él se encierra en si estudio y se pone las gafas de leer y se tira las horas muertas estudiando, leyendo, escribiendo y componiendo. Como digo yo, mi padre es un claro ejemplo de “un hombre de letras”.


Cuando terminé de comer me puse a ver la tele, he de decir que cada vez hay más basura en la tele que en la propia tierra. La apagué enfadada por la decepción de no encontrar ni un programa decente y subí a mi habitación a evadirme del mundo. Encendí el walkman, tenía dos nuevas canciones que me metí ayer y tenía ganas de escucharlas y ni me acuerdo del tiempo que las estuve escuchando, pues enseguida tuve que dejarlo por la “muerte” de mis pilas. Me preparé entonces un poco para llegar medio decente al partido. Abrí el garaje, saqué la bici y me dispuse a llegar aunque fuese por primera vez puntual.

-¡Caray! Dije al llegar al pabellón, estaba lleno de gente, familiares, niños, animadores, amigos, ojeadores…

-¿Quién juega hoy Phil? Pregunté intrigada al encargado del recinto.

-¡Hola pequeña!¡Qué hay!

No os dejéis engañar por ese comentario suyo, tengo 17 años, pero trata así a todos los jóvenes.

-Si no me equivoco…”Hakwood” contra “Hill Park” Juegan por el liderato en el torneo, son los dos primeros de la clasificación.

-No me digas que juega hoy el equipo del insti, que cabeza tengo…
-Cómo estarás pequeña para no acordarte de eso. Rió Phil con fuerza. Venga chica, coge el botiquín y vístete. Dijo con su simpatía habitual.

-¡Bien, nos vemos Phil!

-¡Adiós pequeña!


Ya con todo preparado me senté en los bancos a ver el partido, había un escándalo tremendo, la gente gritaba en cada jugada y…como siempre, el árbitro no se libraba de alguna palabreja que soltaba algún imbécil.

A mí me gustaba fijarme en los jugadores, muchos estaban bastante bien, pero tenían una pinta de prepotentes que no podían con ella. Los jugadores que pasaban más desapercibidos, a los que no les importaba pasar un balón con tal de que su equipo marcase un gol y por supuesto que eran guapos eran los que me gustaban, en el equipo del insti había dos o tres jugadores así, aunque si os dio la verdad nunca me fijaba en nuestro equipo, lo tenía demasiado visto y era muy difícil encontrarme con alguno de estos jugadores en el insti ya que era grandísimo y coincidir allí sería prácticamente una casualidad.
Llegaron al descanso con ventaja en el marcador a favor de “Hill Park”, nuestro equipo, exactamente de cinco goles, 17-22.

Estaba cansada de estar sentada, tengo paciencia, no os creáis, pero me aburro fácilmente. Saqué una coca-cola de la máquina expendedora y salí a que me diera el aire.
Llovía bastante, olía a humedad y parecía que no iba a parara en varias horas. Eso me hizo sentirme bien. Es una pena que no llueva todos los días…
Entré de nuevo al pabellón y volví al asiento junto a ala pequeña cajita del botiquín, me acordé queme faltaban vendas y fui rápido a la habitación donde estaba el material a provenirme antes de que empezase el partido otra vez.
Como no, cuando llegué, el partido ya había empezado, sí, vale, soy lenta como una tortuga, pero, ¿para qué sirven las prisas?

Me senté y observé atenta ahora sí, el partido. El equipo contrario tenía un extremo buenísimo, rápido, ágil, calculador, pero nosotros tenemos a nuestro portero, el capitán, que hace algunas paradas impresionantes.
De repente en una jugada nuestro portero paró el balón y se la envió a un jugador muy rápido que comenzó el contraataque, llegó a la portería contraria, saltó para estabilizarse y un contrario lo arroyó por completo cayendo en el suelo en peso muerto. Enseguida le vi una brecha en la cabeza al golpearse contra el parquet y me dirigí hacia allí. Pero dos jugadores se encararon, uno empujó al otro y un jugador del equipo contrario pisoteó al chico de la caída. El árbitro rápidamente paró el partido y excluyó a tres jugadores y expulsó a otro.

Yo cogí al chico que se estaba medio levantando y me lo llevé a una sala a curarlo.
Cuando llegó a la sala parecía encontrarse ya mejor, pero apenas podía andar.

-¿Porqué me has cogido? Podía haber seguido jugando, esto no es nada.
-Ohh perdóname Hércules. Me burlé. Con esa pierna no llegarás ni a la salida andando.

Su tobillo se había salido de su articulación provocando un irrefrenable dolor y su brecha parecía dolerle, pero se aguantaba, se ve que no querría aparentar que le dolía para jugar cuanto antes. Pensar en eso me divirtió y decidí pasar un buen rato con él, al fin y al cabo era uno de los que me gustaba.

-Te pega ser enfermera. Dijo y soltó un gemido por el escozor del betadine.

-¿Ah sí? ¿Y eso porqué?

-Porque eres guapa y no tienes ningún cuidado curándome
.
-La próxima vez te curas tú sólo bonito. Le dije apretándole fuerte en la brecha para que le doliese.

-Ahhh! Vale, está bien, eres buena curando.

-Así me gusta más. Dije satisfecha. He de decir que tenía su encanto, como diría yo, era “mono” –A ver enséñame ese ojo…¡Venga ábrelo!..
.
-Como si pudiese. Me protestó.

-Dios, cómo se puede ser tan delicado. Reí. Bien, ya está, intenta no abrir el ojo, ¿vale?

-La próxima vez desearé no hacerme ni una herida más, creo que voy peor de cuando entré aquí. Me sonrió.

-Tienes suerte de tenerme a mí como persona con “estudios médicos de primer curso”. Dije mientras de un rápido movimiento le encajaba el tobillo en su articulación.

-Anda no te quejes, si te he traído aquí es porque nadie pega a mi novio, y ahora vete que si no empezaré a echarte de menos, ¡corre!

Me dio las gracias y se dirigió de nuevo a la pista para entrar al campo en cuanto pudiese, la verdad, creo que me acabó gustando aquel chico y aunque pudiese parecer egoísta estaba deseando que otro imbécil le pegase otra patada para curarle.

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Ecos del pasado