jueves, 4 de julio de 2013

Alta mar

La culpa de mis noches en vela
sólo la tuvimos nosotros.

Acompasábamos nuestra respiración con canciones del alma,
ahora canciones de angustia y olvido.

Cuánto añoré aquel viejo reproductor que sólo funcionaba de madrugada,
los despertadores apagados, las gaviotas del puerto.

Cuando respiro por las mañanas aún sigo buscando tu rastro entre el salitre,  el incienso que quemó cada una de nuestras vidas de marzo.

Todo estaba medido, todo era cómplice de un íntimo secreto.
Amarnos todas las noches que quisimos hasta devorarnos.

Temía desaparecer bajo tu cuerpo y hacerme más y más pequeño,
pero siempre aparecías con un salvavidas para rescatarme hasta la próxima ventisca.



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Ecos del pasado