jueves, 17 de mayo de 2012

Soporífero


No será que en las noches de lunas grandes no te miro con los ojos bien abiertos, pues me impresiona tu figura y tu anatomía idealizada y comparada como si fueras una musa casta y atrapada en algún frío recoveco de un jardín del Olimpo. 

Aunque a veces despistado, de ti nunca pierdo detalle. No me gustaría dejar pasar un nuevo movimiento que no te haya visto antes hacer, lo que podría sumirme en una especie de obsesión obsesiva por observarte hasta que volvieras a repetir el mismo movimiento y con la misma elegancia que la vez anterior y registrarlo en la mente para recordarlo cada vez que me lo proponga.


Sin duda sería algo que me ocuparía un tiempo precioso, casi tanto como tu aromático pelo, o como tus deliciosos e inquietos labios rojos, pero no puedo permitirme ser tan dejado de tu persona e ignorar tantos movimientos de ballet que en tantas ocasiones han guardado mis retinas.

Tu maldad escondida en tu risa no me importa, ni tampoco los dos ojos que siempre nos observan, mas cuando los astros brillan y el día me agota, el sueño es dueño y se apodera enteramente de mi persona.
No te preocupes, bailarina, por mi respirar lento y pausado o mis ojos cerrados. Simplemente no quiero verte, contigo quiero seguir soñando.


3 comentarios:

  1. A veces preferible que un sueño no salga de sí mismo, por aquello de perderse en el perfume de la realidad.

    Besos Javi

    ResponderEliminar

Ecos del pasado