jueves, 16 de junio de 2011

A qué huele el amor

Raro os podrá parecer esto. Tampoco desmiento que nunca os lo hayáis preguntado o que sepáis, con total perfección, a qué es a lo que me refiero.

Siempre he sido excesivamente cuidadoso. Más con las cosas que puedo considerar “especiales”. Tengo un rincón lleno de todo un poco. Recuerdos de hace más de 3 años

Desde la primera vez que recibí una bola de pintura en mi brazo disparada a una presión que no os sabría decir, hasta aquellas entradas de baloncesto, desde aquella entrada al parque temático donde establecí el nuevo récord de atracciones a las que no me monté, o aquella felicitación de mis 14 años, o cada uno de los recuerdos plasmados sobre papel de tantos encuentros. También tengo aquella entrada al Foster Hollywood, donde probé que nunca tienes suficiente Coca-cola, o que la hamburguesa nunca será lo suficientemente grande para ti, aquel mapa del metro de Londres, donde más me hubiera gustado haberme perdido, de mis chapas y llaveros tampoco me olvido, al igual que aquella pulsera roja que prometí junto con una amiga que llevaríamos con nosotros de nuevo cuando pasara un año. Mi muñeco budú, que el pobre, lleva más de un año con unas 30 agujas clavadas en la cabeza para que me pudiera entrar todo lo que tenía que aprender, “Pomposo”, mi primer y único muñeco que hice con fieltro, cuando lo veo pienso que 4 horas merecieron la pena, mi fragmento de cristal, que es de los objetos más nuevos que tengo por aquí, pero tampoco me olvido de aquel frasco que desde hace más de un año tengo allí.

Siempre que miro aquel estante, mis ojos acaban puestos sobre él.

El tiempo pasa, esta es una realidad que tengo cada vez más aceptada, pero aún tengo la gran suerte (o la gran desgracia) de tener una buena memoria. Aunque ya nada pueda ser igual, o aunque hay días que me acuerde irremediablemente de noches con brisa, siempre que quiero puedo recordar cómo olía el amor.

En todo este tiempo ni siquiera he gastado el único mililitro que contenía. Por miedo a perder esa fragancia. No, no es una obsesión, porque en ocasiones he pasado semanas enteras sin tener la tentación de respirar “Tonight”, sin embargo, ha habido días que 5 veces oliendo aquel frasco de fantasía se han quedado cortas. (Nada más lejos de la mismísima realidad que quiso crear Tom Tykwer)

Yo, tengo la suerte de saber en cada momento a qué huele amor, y poder recordar tanto y tan poco a la vez. Para mí, ese olor, es comparable con el de la canela o el del incienso. Imaginad pues la gravedad del problema.



5 comentarios:

  1. Me gusta ese estante. Me gustan tus chapas.

    ResponderEliminar
  2. De nuevo una entrada muy misteriosa y profunda...

    La música sigue ayudando enormemente para respirar aire fresco por tu "resistencia personal"

    Javi :3

    ResponderEliminar
  3. Mmm... ¿cuántas sensaciones puede crear el amor? Olor, sabor, sonido... Infinitas, infinitas.

    Ese estante debe estar lleno de cosas, es muy interesante ^^

    ResponderEliminar
  4. las CCB y las estanterías con recuerdos son lo mejor :)


    ;) ;)

    ResponderEliminar
  5. Bonita forma de recordar lo que un día fue, de sentir que tienes aún a tu lado alguien que ya desapareció. Bonita forma de echar de menos, de sentir nostalgia, de querer llorar aun sonriendo...
    No sé si sea lo mejor seguir recordándolo, mortificarse viendo como el tiempo pasa, pero tú no avanzas. No sé que es bueno, lo que si sé es que a veces apetece sentarse, recordar y llorar en silencio. Nada más que eso, un día de bellos recuerdos.
    Carpe diem!

    ResponderEliminar

Ecos del pasado