Una mirada a un horizonte
verdoso y arbolado.
Las montañas se alzaban oscuras a un lado,
Las montañas se alzaban oscuras a un lado,
Un río que transcurría lento de
vida andaba abarrotado.
La humedad enfriaba mis sentidos, respiraba profundamente y notaba cómo las gotas de lluvia condensadas entraban en mi cuerpo. Las vistas desde aquí eran maravillosas.
Las nubes estaban bajas. Tapaban la lejanía, ocultaban las montañas como si del mismísimo Everest se tratara. Se movían despacio, no muy nítidas, y daban esa sensación de bruma o de efectos especiales en un teatro cuando se intenta causar temor en un cementerio tenebroso. Eran como volcanes caldeantes, pero el frío, y no el fuego, era el elemento reinante.
Me asomé al pico más alto. La espesura atmosférica cubría el suelo.
Yo temía caer a aquel blanco vacío, o pensaba rebotar y amortiguar mi caída, quizá algún ángel me sostuviera, o en algún pájaro cayera pero ganas me dieron de cerrar los ojos y descender hasta donde Dios me lo permitiera.
Las nubes estaban bajas. Tapaban la lejanía, ocultaban las montañas como si del mismísimo Everest se tratara. Se movían despacio, no muy nítidas, y daban esa sensación de bruma o de efectos especiales en un teatro cuando se intenta causar temor en un cementerio tenebroso. Eran como volcanes caldeantes, pero el frío, y no el fuego, era el elemento reinante.
Me asomé al pico más alto. La espesura atmosférica cubría el suelo.
Yo temía caer a aquel blanco vacío, o pensaba rebotar y amortiguar mi caída, quizá algún ángel me sostuviera, o en algún pájaro cayera pero ganas me dieron de cerrar los ojos y descender hasta donde Dios me lo permitiera.