Así eres tú,
como el mecanismo de un reloj de bolsillo.
Un trabajo meticuloso que precisa de tacto y sabiduría.
La experiencia se hace esencial en el maestro relojero. Los dedos han de ser
delicados y finos, como los de una señorita, para poder manejar con exactitud
las manecillas de plata y los engranajes de cobre. Para poder manejar también tus
humores.
La vista debe ser aguda y el temple sobresaliente.
La sincronización de la ligera maquinaria, cada tuerca y cada pieza del aparato, han de quedar sujetas y perfectamente encajadas. No puede haber fallos.
Si agitara el pequeño objeto apenas podría oír algo. Si te agitara, por dentro
habría mil cosas que chirriarían.
Acabas siendo tan delicada como el mecanismo de un reloj de bolsillo.
Siempre las palabras exactas Javi, siempre el símil perfecto... Enhorabuena de nuevo.
ResponderEliminarNada programado, delicadamente mecánico y previsible. previsible? hmmm...
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