La imprudencia es la fuerza de
los viajeros arriesgados. Aquellos que no tienen miedo a perder nada, porque si
apenas tienen algo, y son los más valientes del mundo, los más osados. Quienes
buscan su camino en soledad, pero siempre acompañados.
El camino se torna lejano y
único cuando vas a comenzarlo, pero cuando lo recorres cantando, con flautas,
gaitas, después danzando, eres consciente de que debes aprovechar el camino
para enriquecerte de él, como él mismo lo hará de ti.
Si no usamos el calzado adecuado nos dolerán los pies por el camino. Si ropajes y vestidos en nosotros son escasos, mejor buscar refugio y protección en pueblos apartados, llenos de paz y tranquilidad, repletos de pastos.
Allí seríamos bienvenidos y cuidados por lo lugareños. Personas amables y acogedoras, porque son aquellas que rodean al camino, y no hay nada más gratificante que ayudar a una persona a completar el suyo mismo.
Si no usamos el calzado adecuado nos dolerán los pies por el camino. Si ropajes y vestidos en nosotros son escasos, mejor buscar refugio y protección en pueblos apartados, llenos de paz y tranquilidad, repletos de pastos.
Allí seríamos bienvenidos y cuidados por lo lugareños. Personas amables y acogedoras, porque son aquellas que rodean al camino, y no hay nada más gratificante que ayudar a una persona a completar el suyo mismo.
Si el camino se estrecha, si el
camino se alarga, no tengas prisa en atravesarlo, pues cuanto más tardes en
completar el camino, mayor será tu sabiduría y mejor habrá sido la experiencia.
No temas, viajero, a aventurarte
en el camino.
“Seamos imprudentes”
Me encanta la imprudencia de la que hablas.
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