Estoy tirado en
la cama, apoyado en un cojín algo más grande que mi cabeza. Conozco aquel lugar
a la perfección desde hace poco. Una mezcla oriental y hippie, con algunos
detalles de animales y de piso universitario. Menos por el orden, en eso no se
parece en nada a un piso universitario.
Me asomo a la ventana, aquella que nos da las mejores vistas de toda la ciudad, donde un manto de pequeñas luciérnagas iluminan las calles y los comercios. Los faros de los coches se mueven lentos y tímidos y la luna acaba de salir de una densa nube.
Me asomo a la ventana, aquella que nos da las mejores vistas de toda la ciudad, donde un manto de pequeñas luciérnagas iluminan las calles y los comercios. Los faros de los coches se mueven lentos y tímidos y la luna acaba de salir de una densa nube.
-Está llena la
luna esta noche. Musito.
Y ella me
regala una sonrisa de las que tanto me gustan. Está ocupada, intenta
sorprenderme con una buena cena y yo me río de su cuidado en silencio. Intento
ponerla nerviosa. La abrazo por detrás, huelo su pálido cuello y la beso en la
mejilla. Ella protesta:
-Así es imposible hacer la cena. Si no quieres que cenemos y hagamos otra
cosa, puedes decírmelo. Dice insinuante
Se ha revuelto
y me ha pillado desprevenido, ahora estamos el uno con el otro, frente a frente
y lo peor es que me tiene el cuello rodeado con su brazos. No puedo escapar.
–Ahora qué, ¿me vas a dejar hacer la cena?.
Odio cuando me
mira así, levantando las cejas, no puedo
hacer nada y ya sabe cómo controlarme. Intento contraatacar.
–Que sepas que
tengo mejores expectativas de la cena que de ti esta noche, así que, bonica, se
te va a pegar la pasta.
Estamos más
cerca que antes, nos rozamos tímidamente con la nariz.
–¿Sí? susurra
sonriente.
– Sí. Alcanzo a
decir.
Nos vamos a
besar, nuestros labios casi se tocan entre sí, cierro los ojos, respiro
lentamente.
-Pues tienes
razón. Dice separándose de golpe. –Será mejor que siga con la pasta, acabará
pegándose.
La miro
enfadado, ella me mira divertida. Me guiña un ojo y me saca la lengua.
Vuelvo a
tirarme en la cama y la observo Me gusta su espalda. Me gusta su pelo.
¿Estaba rica la pasta?
ResponderEliminarEsos segundos justo antes del beso son siempre los más perfectos. Más incluso que el propio beso.
ResponderEliminar¿Y la vainilla? ¿En su cuello? Me has dejado con la intriga.
Ya va saliendo, ya va.....
ResponderEliminar