Claro que lo sabía.
Era demasiado peligroso para mí. No era para nada de fiar. Pero le quería tanto.
Parecerá o querrá hacerse el malo, pero en verdad es un tierno. Yo lo conozco, a veces demasiado bien y sé cuáles son sus manías y sus puntos débiles.
Siempre me dice “tramposa” cuando le gano. Nunca tuvo buen perder. Por eso me gusta ganarle siempre, porque cuando se enfada es aún más guapo.
-¿Vienes?
-Sí, voy.
Es un pesado, tengo que decirlo, no quiere separarse de mí nunca. Dice, que tiene miedo a perderme. Yo no le creo, es un pelota y siempre está buscándose estrategias para que confíe más en él. Lo que él no sabes es que yo soy mucho más lista.
Por ejemplo en nuestro primer beso:
Recuerdo que fue una noche perfecta. Una buena cena, un paseo para ver el mar y después a solas en la arena fría. Nos miramos los dos, él sonrió y agachó la cabeza, yo sonreí e hice lo mismo. Acercó sus labios a los míos y me pilló desprevenida, pero antes de aquel ansiado contacto logré decir un tímido “espera”. Eso le rompió los papeles y tras su segundo de duda aproveché para darle yo el beso.
Fue mi primera gran victoria y desde ese momento creo que me odia. Pero nuestra enemistad la llevamos bastante bien. Peleas en la cama, despertadores sonando demasiado temprano…(siempre de forma intencionada, claro)
Llegué a la cocina y me esperaba un desayuno. De hecho el más cutre y pésimo que había visto nunca, pero le dediqué una bonita sonrisa para disimular porque sabía que no podía haberlo hecho el pobre mucho mejor. Es más se lo digo y por poco se atraganta.
-¿Y a qué viene hoy tanta generosidad? –Pregunto.- No es mi cumpleaños ni mi santo, tampoco el de ningún familiar mío, no es nuestro aniversario ni el del piso, ni se cumplen 3 años que por fín vendímos la lavadora vieja.. Venga, va, dime qué quieres.
-Desde luego contigo no se puede tener un detalle, ¿eh?
-Sabes que a mí no me compras con esas cosas cielo.
Me senté en la mesa y desayuné con él. Compartimos tostadas, compartimos nuestra taza gigante de desayuno, (siempre con leche fría) y hoy le permití que la radio estuviera apagada. (No la soporta)
-Oye, Abbi…¿cuál es tu grupo sanguíneo?
-¿Qué dices? ¿Estás bien? ¿No tienes fiebre?
-Calla, que sí, que estoy bien.Di, ¿cuál es?
-Creo que A+, ¿por qué?
-Ah, no, por nada. Es que el otro día conocí a otra A+ y bueno…había pensado que si tu eres de otro grupo diferente al mío que lo mejor era dejar lo nuestro. Es decir, si me pasara algo y necesitara una transfusión rápida de sangre, de nada me serviría que estés cerca si no puedes prestarme la tuya, ¿entiendes?
-No me lo puedo creer…¿Cómo puedes ser tan “material”?
-Vale, entonces me conviene estar junto a ti, ya sabes, por si algún día me pasara algo, poder salvarme.
-¿Y qué hubiera pasado si tuviera un grupo sanguíneo diferente y no pudiera hacerte una transfusión? ¿Te hubieras ido con esa A+ que conociste el otro día?
-No, que yo permanecería a tu lado para cuando te pasase algo poder salvarte.
-Por cosas como esta son por las que me enamoré de ti
Mola el texto...menos mal que yo nunca tendré ese problema.
ResponderEliminarSoy O Negativo.
jajajajajaja...
;)
Qué viva el blues.
Me gusta el diálogo final. =)
ResponderEliminarMe encanta la descripcion de su relacion...
ResponderEliminarMuy buena Javi, me ha gustado mucho :B
ResponderEliminaróh :)
ResponderEliminarPor estas cosas me encanta tu blog
ResponderEliminarQué bonito Javier, me ha encantado
ResponderEliminarbss :)