“Cuando yo era joven, era un revolucionario, y en mi oración decía: Señor, dame fuerzas para cambiar el mundo”
Después de dos años no conseguí nada, modifiqué mi oración: "Señor, dame fuerzas para cambiar al menos a aquellos que están cerca de mí".
Hoy soy viejo, y mi oración dice así: "Señor, dame fuerzas para cambiarme a mí mismo".
Si hubiera empezado por ahí, no habría desperdiciado tanto tiempo.
Said Beyahid
le dio acaso el señor fuerzas para cambiarse?
ResponderEliminarno es la palabra si no los hechos, por ahí es por donde se debería empezar...